Las piscinas son el planazo ideal cuando aprieta el calor, sobre todo aquí en Madrid. Pero lo que mucha gente no tiene en cuenta es que también son terreno fértil para los temidos hongos en piscinas. Sí, esos visitantes no deseados que se cuelan entre los dedos de los pies o en las uñas, y que pueden hacerte pasar un verano bastante más incómodo de lo que esperabas.
Vamos a hablar claro: las infecciones por hongos son más frecuentes en verano y se contagian con una facilidad pasmosa. Pero con unos cuantos consejos y un poco de atención, puedes mantenerte libre de hongos y disfrutar de tus chapuzones como se merece.
La respuesta es bastante sencilla: a los hongos les encanta la humedad, el calorcito y las superficies por donde pasa mucha gente. Justo lo que abunda en las piscinas. Ya no tenemos aquellos canales que rodeaban las piscinas y que eran nidos de gérmenes, pero eso no significa que estemos a salvo.
Aunque todo parezca limpio y controlado, los vestuarios, las duchas y los suelos mojados siguen siendo zonas de mayor riesgo para coger algo indeseado. Y sí, hablamos especialmente del famoso pie de atleta.
Aquí van unos consejos de andar por casa pero muy efectivos, para que no se te arruine el verano por una infección tonta:
Evita a toda costa andar descalzo por los bordes de la piscina, los baños o los vestuarios. Lleva siempre chanclas o sandalias de goma que no resbalen y que puedas lavar bien. Parece una tontería, pero es lo que marca la diferencia.
Sabemos que hay que ducharse antes y después del baño —y está bien hacerlo—, pero no lo hagas sin pantuflas. Las duchas comunes son uno de los sitios donde más se propagan estos gérmenes.
Usa una buena toalla de algodón y asegúrate de secarte bien, sobre todo entre los dedos. El exceso de sudor y la humedad que se queda ahí es lo que más les gusta a los hongos.
Hazlo cada vez que salgas del agua o de la ducha. Y si puedes, cambia de calcetines a diario (o más si sudas mucho).
No te lo pienses mucho: si notas que te pican los pies, tienes mal olor, la piel está enrojecida o se te está pelando entre los dedos, puede que estés ante un caso de pie de atleta.
En las uñas, el tema cambia un poco. Si las ves amarillas, frágiles o más gruesas de lo normal, podrías estar ante una infección fúngica. En estos casos, lo mejor es actuar cuanto antes.
Aplica alguna crema antifúngica (de venta en farmacias), y si no mejora, ve al podólogo para que te lo mire. A veces hace falta la administración de antimicóticos más potentes, según el nivel del contagio.
No todos tenemos las mismas probabilidades de pillar hongos, eso es así. Si eres de los que tiene sudoración excesiva, problemas circulatorios o un sistema inmune flojo, deberías tener especial cuidado.
Los niños también están entre los más propensos, porque se lo pasan tan bien chapoteando que se olvidan de ponerse las chanclas o secarse bien los pies.
Y, ojo, no todo está en el agua: los bancos de los vestuarios, los suelos de las duchas y hasta las alfombrillas de goma son superficies donde pueden sobrevivir los gérmenes si no están bien limpias.
Tus uñas, especialmente las de los pies, son una puerta de entrada para los hongos. Si están rotas, mal cortadas o golpeadas, son mucho más vulnerables.
Aquí van unos consejos rápidos:
· Corta las uñas rectas y no demasiado al ras.
· No compartas nunca limas, cortaúñas ni otros objetos de aseo.
· Si usas esmalte, deja descansar las uñas entre aplicación y aplicación.
· Y si notas cambios raros, no lo dejes pasar.
Además de las buenas costumbres, hay varios productos que pueden echarte un cable para evitar los hongos en piscinas:
· Cremas antifúngicas preventivas: si eres propenso, aplícatelas antes de ir a la piscina.
· Talcos o polvos absorbentes: para evitar el exceso de sudor en el calzado.
· Sprays desinfectantes: para tus chanclas, zapatillas o incluso los pies si has estado en zonas húmedas.
Lo importante es la frecuencia: si solo lo haces una vez por semana, no sirve de mucho. Conviértelo en rutina.
No todo depende de ti. Las instalaciones también tienen que poner de su parte. Un buen mantenimiento, con limpieza constante de los espacios comunes y superficies húmedas, es fundamental para evitar que los hongos campen a sus anchas.
Y sí, también deberían recordarte con carteles que uses chanclas o que no compartas toallas ni zapatos. Porque, aunque a veces se nos olvida, esos pequeños gestos son los que marcan la diferencia.
Ya que estamos, también es clave saber cómo mantener las piscinas libres de hongos, sobre todo si tienes una en casa o gestionas una comunidad. Aquí van unas recomendaciones útiles:
· Limpia a diario las zonas húmedas: bordes, duchas, vestuarios y cualquier rincón donde se acumule agua. Usa desinfectantes antifúngicos, no solo cloro.
· Ventila bien los espacios cerrados: en especial los vestuarios. El aire seco ayuda a reducir la proliferación de hongos.
· Controla el pH y los niveles de cloro con frecuencia. Un agua bien tratada es menos hospitalaria para los gérmenes.
· Desinfecta las superficies antideslizantes y alfombrillas con productos específicos, porque ahí suelen esconderse sin que nadie lo note.
· Coloca alfombrillas de secado o toalleros fuera de las duchas, para evitar que el suelo se quede mojado todo el día.
Todo esto ayuda a cortar el ciclo de transmisión y hace que los bañistas estén más tranquilos. ¡Y no te olvides de recordar a los usuarios que usen chanclas!
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Ya lo ves, no se trata de tener miedo, sino de estar informado y tomar medidas lógicas. Los hongos en piscinas son habituales en verano, pero se pueden prevenir perfectamente si pones un poco de atención y sigues estos consejos.
Así que ya sabes: mantén tus pies secos, lleva tus chanclas, cuida tus uñas y no compartas lo que no debes. Tu yo del futuro —ese que no tiene que ir a la farmacia a por una crema— te lo va a agradecer.
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